Page 86 - Yo quiero ser como ellos
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desalojados de la medianoche, al desempleado que se le adelanta al
            sol en un portón de fábrica y al amigo para el que cultiva la rosa de
            Martí, le extienda o no su mano franca. Poesía entre la ternura y la
            explosión, el abrazo y la revuelta.

                 Era el alba de una guerra. Pocos años habían pasado,
            dos apenas, de un alzamiento popular. El último dictador puso
            distancia de por medio y los sublevados buscaron a la burguesía
            para que gobernara, la misma que hasta la víspera había gobernado
            con el déspota. No tardaron en darse cuenta de que la suya fue
            la «revolución de la fantasía» (Domingo Alberto Rangel dixit).
            Se  instauró  en  el  país  lo  que  se  presentó  como  la  democracia
            representativa, con padre tutelar y todo. Nacía con el fórceps de la
            tortura, la represión y la muerte, fórmula concebida para apagar
            la canción del soldado justo. La juventud miró hacia las montañas
            y llegaron los días de la santificación de los niples. Era apenas
            el  Comienzo,  título  del  primer  poema  del  primer  poemario  de
            Víctor Valera Mora. Puso de una vez sus cartas sobre la mesa de la
            contienda:

                 Hacer de la poesía un fusil airado, implacable
                 hasta la hermosura.
                 No hay otra alternativa,
                 La caída de un combatiente popular
                 es más dolorosa que el derrumbamiento
                 de todas las imágenes.

                 Mis palabras sin un acto de complicidad, pero si la preceptiva
            arruga el entrecejo y me pide el contexto de los textos, le diré que
            cuando el joven Víctor Valera Mora se tercia su morral de sueños y
            se viene de los Andes a Caracas con la idea disparatada de estudiar
            sociología, lo que de paso hizo sin que su forma de mirar y decir se
            sociologizara, América Latina temblaba en sus volcanes. Uno no
            escoge su tiempo de nacer, pero sí decide el compromiso con su
            tiempo. Cuba estaba allí, enfrente, en el Caribe. Desde esa pequeña
            isla se le planteaba el más atrevido desafío a la potencia más grande
            del planeta.



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