Page 84 - Yo quiero ser como ellos
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“Hoy fui a buscarte, como siempre, en los caminos (…)
“Miré correr las aguas bajo la sombra del puente y vi pasar
un pez inmenso y solitario.
“Fui al otro lado del puente, la luna dejaba ver la arena y se
volcaba sobre rocas pálidas y mudas. Vi una vieja maleta de
cuero en mitad de la corriente, estaba entreabierta y en su
interior: botas, espuelas y papeles…
Era el equipaje de mi padre. Iba solo, aguas abajo. Sobre el
mundo entero, la luna brillaba como un sol, pero en silencio”.
Después nos salimos de la ficción y nos encontramos un
mediodía de domingo en algún lugar de Caracas. Yo preguntaba
y Orlando respondía, o mejor, contaba, siempre con esa premura
de querer regresar a su Piedemonte andino, su lugar de refugio.
Con él anduve desde su relato para niños en Los viajes de Miguel
Vicente Para Caliente, hasta su Viaje a Sandino, cuando se aventuró
a buscar guerra y luchar al lado de los sandinistas. Un largo viaje
literario y vital en el que fue –y sigue siendo- mi compañero de
viaje, amigo mío.
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