Page 162 - Yo quiero ser como ellos
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EL SILENCIO DE PEDRO LUIS
“Es tanto el silencio que lo toco” escribió el poeta Pedro
Luis Hernández y “sin temer al dolor de verse caer sobre sí mismo”,
se acaba de marchar de la Vía Láctea, a los 39 años porque para
los hombres que “respiramos con el corazón”, el mundo pesa un
poco más. Nos unían coincidencias calendarias y vitales: la edad
terrena, la poesía, el desprecio a las burocracias y los horarios,
la sensibilidad humana hasta los tuétanos y alguna canción de
medianoche para que tanta soledad no fuera tanta. La muerte era
un juego de dados y una dama haciendo señas entre las brumas.
“Peregrinamos solos –recordabas-, y oímos los lejanos
tonos, las ideas frescas, siempre nuevas, pero no vemos nada, igual a
la iglesia que se deshace en la neblina y las campanas suenan como
el único aliento de que existe”, Pero a veces, caro amigo, ni siquiera
las campanas ni su eco. Son esas noches terribles, sin principio ni
fin, que pueden sobrevenir a cualquier hora en cualquier parte. Y
entonces no nos queda más que encogernos en nuestra ingrimitud,
en la soledad ética de que nos hablara Orlando Araujo desde su
solidaria soledad.
Tres libros publicados y mil y un poemas inéditos quedan
por allí. La crítica nada dijo porque nuestra crítica tiene demasiada
prisa: el cocktail es a las 7 p.m. y lleva 10 minutos de retraso. ¡Qué
catástrofe! Pero es bueno; la palabra auténtica es ajena a los relojes
y los grandes poetas, por lo general, pertenecen a generaciones que
no son la suya. 1988 es igual para un poeta, que el año 2050. El
almanaque es un invento piadoso de los hombres que nada tiene
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