Page 167 - Yo quiero ser como ellos
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espera, vamos, vamos. Cierta vez me confesó que andaba en un
barranco -¿y quién está exento de ello si está vivo, en una vida llena
de agujeros?-, y me dijo que para hacer más llevadero el hueco
vital, allá abajo había sembrado unas florecitas y las regaba cada
día. Bueno, le dije, así es como se hace.
Yo veo a Pedro con su caminar de jinete recién bajado
del caballo. Tutor de su tesis de grado, lo veo llegar a mi cubículo y
entregarme un manojo de papeles en uno de los más descomunales
desórdenes que jamás había visto. Lo veo peleándose en voz alta
con una computadora en la dirección de Feriado. Lo veo acostado
sobre varios bultos de periódicos Letras –su amorosa aventura
en complicidad con Manuel Guzmán-, posando para la foto
aniversario. Lo veo triste, raras veces. Lo veo alegre, siempre. Lo
veo raudo al volante de un viejo Dodge Dart. Lo veo temerario,
recogiendo heridos aquel febrero del golpe de Estado.
Lo veo sacando presos de los cuerpos de seguridad, siempre
solidario. Lo veo alguna noche asumiendo el rol de ángel de mi
guarda. Lo veo enamorado. Lo veo desenamorado. Lo veo en la
tierra. Lo veo en el cielo. Y lo veo siempre. Pedro amigo.
Ya no puedo escribir más. Váyanse las palabras al carajo.
Yo me voy con Pedro por allí. Es lo mejor que puedo hacer. Y mis
ojos que no se metan en esto.
Tantas veces Pedro
El martes nos volvimos a reunir en la pequeña sala del
periódico, a pocas horas de tu ausencia, los pasos de tus zapatos
mojados sonando todavía en nuestros oídos ¿A dónde ibas? Menos
puntuales que la muerte artera, estábamos allí para continuar lo
que fue tu sueño y tu aventura vital: Letras, ese hermoso lugar
de irreverencias y risas donde las lápidas se resquebrajan y los
epitafios no tienen cabida. Nos acompañamos de un coraje que
no nos asistía porque en algún momento íbamos a sentir tu no
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