Page 235 - Todo César: Panorama de vida y obra
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234  Pensamiento, letra y praxis en César Rengifo



                Sargento: (A Pauline) ¡Señorita! ¡Deje el histerismo! ¡No chille como un   haremos nosotros aquí?! ¡¿A quiénes defenderemos y protegeremos?! ¿Han
                coyote del oeste!                                                     comprendido ahora?


                Pauline: ¡Uyyyyyyy! ¡Uyyyyyy!                                         (…)
                (El Sargento la hace callar con un gesto.)
                                                                                      Margarett: (Con voz casi desfallecida) ¡Quién me mandaría a venir a esta isla!
                MARGARETT: ¿Por qué la trata así?
                SARGENTO: Con esos alaridos le raya los nervios a cualquiera…         Pauline: (A Margarett) ¡Margarett, si me matan… (Solloza) Se lo avisas a mi
                                                                                      mamá, no sabe ni dónde estoy…!
                Margarett: ¿Quiere decir eso que usted es nervioso? ¡Ah! ¡Un sargento
                nervioso, nunca me lo hubiera  figurado! (A Pauline, que gime y hace puche-  (…)
                ros) ¡No le hagas caso!(Le señala al Sargento) ¡Él sufre de los nervios!
                                                                                      Pauline: (Al Sargento) ¿Son bombas? (Señala la caja.)
                Sargento: (Picado) ¡No sufro de nada! ¡Y ella debe hacerme caso y callarse!
                (Se oye, afuera, aumentar los gritos, entre ruidos de botas y tiros lejanos.) ¡Seño-  Sargento: ¡No! ¡Coca-cola! ¡Cuando se dispara es bueno refrescarse! (A los
                ritas, la situación es grave!                                         soldados) ¡Bajemos a traer la antiaérea. (A las jóvenes) Hasta luego, me siento
                                                                                      complacido detener el encargo de protegerlas… Todo nuestro país sabrá
                Margarett: (Al Sargento) ¡Déjese de niñerías insoportables y sáquenos para   que tiene en ustedes a dos heroínas de la libertad… Y algún diario solici-
                nuestro país ya…!                                                     tará para ambas el otorgamiento de una medalla al mérito… (Camina hacia
                                                                                      la puerta se detiene y vuélvese hacia ellas) Ah… Me olvidaba… En un segundo
                Sargento: (Con fría seriedad) ¡Es lo que no puedo hacer, precisamente!  les hago subir su cheque… Cómo van a gozar…

                MARGARETT: No entiendo… ¿Se halla tan débil nuestra marina que no es capaz   (…)
                de  transportar  a  dos  muchachas  desde  este  hotel  endemoniado  hasta  sus
                casas?                                                                Margarett: ¡Yo lo que quiero es morirme!

                Sargento: (Picado) ¡Nuestra infantería de marina es la más poderosa de la   FIN DE LA OBRA 25
                tierra, señorita…!
                                                                                     Ahonda en esta comedia Rengifo su particular sarcasmo contra el imperio
                PAULINE: ¿Entonces?                                                norteamericano,  tejido  de  la  letra  donde  abunda  la  sutil  ironía,  al  mostrar-
                                                                                   nos al sargento Crisphin y a sus marines como energúmenos que hacen uso del
                (…)                                                                argumento de defender la integridad de las inofensivas “conejitas” gringas de
                                                                                   una revuelta popular en Santo Domingo, para excusar la invasión a ese país
                Sargento: (Directo) Hemos hecho el desembarco para proteger a los ciuda-
                danos norteamericanos cuyas vidas peligran en esta isla… Se han ido… Las   25  C. Rengifo. Obras, Teatro, t. II, Fides, Caracas: 2003, pp. 339-340, 350-351, 353, 355, 357,
                únicas que quedan son ustedes… Si se marchan… (Con ira) ¡¿Qué diablos   363-365.
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