Page 524 - Sencillamente Aquiles
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sencillamente aquiles
rápidamente le gritó al chivo con un vozarrón:
—¡Así es, compañero! ¡Agarre usted al más
grande, que yo me ocupo de los demás!
Y los tigres, tan sorpresivamente despertados,
confundidos por lo que estaba pasando, al verse al
chivo encima y oír aquella gritería del perro
dijeron la pistola, y paticas pa’ qué te quiero,
salieron a la desbandada, para a la mañana
siguiente amanecer contándose los unos a los otros
que se habían salvado de milagro,
mientras el perro y el chivo, ya lejos del lugar,
continuaban su camino muertos de risa.
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