Page 260 - Sencillamente Aquiles
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sencillamente aquiles


            que hacen de este magnífico Pablo, además de uno de los
            grandes jóvenes que mueven el mundo de nuestro tiempo,
            uno  de  los  niños más encantadores que haya producido
            la especie humana. Y algo semejante podríamos decir de
            Charlie Chaplin, que anda también por los 80, y lo mismo
            de una criatura tan juvenil y tan llena de luz interior, de esa
            que no irradia la gente sino cuando tiene 17 años, como
            Albert Einstein, precisamente por encarnar la mentalidad
            moderna por excelencia, es decir la juventud intelectual y
            científica del mundo, lo que lo puso a marchar en dirección
            de las estrellas.
                Esos se llaman hombres jóvenes que solo por casua-
            lidad tienen 80 o 90 años; y al contrario, se ven muchos
            casos un poco fenoménicos, un poco teratológicos, de jó-
            venes que a los 20 años ya se han rodeado de una pequeña
            cantidad de intereses, a los que han encadenado su impulso
            juvenil y empiezan a tener mentalidad de lo que se llama
            gente de orden, es decir, alma de viejos. No, no se puede
            confundir vejez física con vejez mental; juventud es un tér-
            mino más bien convencional, igual que vejez. Lo que pasa
            es que a uno le gustaría, ¡ay!, que a su convencional ju-
            ventud de ochenta años pudiera corresponder la vejez con-
            vencional de un joven de 18. Es muy bueno tener ideas
            jóvenes en la cabeza; pero es aún mejor tener recursos cor-
            porales con qué defenderlas, tener bíceps, ágiles piernas
            y certeros puños con qué defender nuestras ideas.
                Y sobre todo, con qué imponerlas, frente a la resis-
            tencia de una sociedad que no es únicamente regañar a la
            juventud lo que hace, ni solo agraviarla con estúpidos pe-
            yorativos —pavos, zagaletones, patoteros, vaguitos—, sino
            además ha convenido en señalar a los jóvenes como un es-
            tamento delictivo de la sociedad, al que ya no es cuestión

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