Page 255 - Sencillamente Aquiles
P. 255
aquiles nazoa
Le vaticinan los oráculos que morirá a manos de su
propio hijo y que este, además de quitarle la vida, le suce-
derá en el trono, en unión incestuosa con Yocasta, la real
consorte. Layo y Yocasta no han tenido aún descendencia,
mas Yocasta está embarazada y los temores que contrae el
rey a partir del oscuro anuncio comienzan a confirmarse
cuando la criatura que da a luz Yocasta es un varón; este
es Edipo. Layo, para contrariar el destino que le señalan
los dioses, hace llevar al niño a un monte, a Citerón, para
que allí lo dejen abandonado y muera; pero pasan por el
monte Citerón unos pastores, oyen los llantos del infante
y lo rescatan llevándoselo a Corinto. Allí lo entregan a Po-
libio, rey de la comarca, cuyo matrimonio había sido es-
téril. Polibio adopta al niño como hijo suyo; nunca le da
a saber que no es su verdadero padre, y cuando ya Edipo
ha llegado a su plena juventud, enterado por misterioso
modo de que él acarreará una inmensa desgracia a su fa-
milia, a fin de salvar a los que cree sus padres de ese des-
tino implacable, huye de la casa, toma por el monte hacia
Tebas y en el camino lo intercepta un anciano que no lo
deja avanzar, porque ante el joven tiene un pálpito inex-
plicable pero horrible. Se empeña Edipo en seguir su ca-
mino, y el viejo en imperdírselo. Hay una lucha cuerpo
a cuerpo entonces entre ambos y el anciano resulta he-
rido de muerte y allí cae. El anciano era Layo, padre de
Edipo. Dejándolo allí ultimado, Edipo sigue hacia Tebas,
y al llegar a sus puertas se encuentra con la novedad de que
la gran ciudad se halla bajo el acoso de la esfinge, un ser
sobrenatural con cabeza de mujer, alas de águila y cuerpo
de león, que somete a todo el que intente entrar en Tebas
a una especie de adivinanza, a un enigma. Si el viajero
no es capaz de responder al enigma, la esfinge lo devora.
255