Page 254 - Sencillamente Aquiles
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ELOGIO INCONDICIONAL
DE LA JUVENTUD
Juventud, divino tesoro,
ya te vas para no volver,
cuando quiero llorar no lloro,
y a veces lloro sin querer.
darío
Cada vez que pronuncio la palabra «juventud» me remito
a la tragedia griega personificada en el más grande de sus
nombres, Sófocles, que a través de símbolos inmortales
nos transmitió la significación de la juventud en su fugaz y
creador paso por el mundo, y que la personificó en toda la
grandeza y magnificencia de su drama en esa criatura es-
tremecida y sangrante que fue Edipo. Edipo es un nombre
que hoy no evoca a Sófocles tanto como el complejo que
así se designa. Por excepción, ahora no lo vamos a con-
templar en la acepción patológica que le viene de Freud y
desde que el psicoanálisis, escuela psicológica por él enca-
bezada, impuso el nombre de Edipo como sinónimo de
inclinación incestuosa del hijo hacia la madre.
Recordemos a Edipo en la verdadera dimensión de su
tragedia como ser humano, tal como creo yo que Sófo-
cles lo concibió para la eternidad del teatro. Layo, el rey de
Tebas, en el momento más radioso de su prestigio como
jefe de una colectividad que lo ama y lo acata, es condenado
por los dioses a un destino siniestro.
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