Page 256 - Sencillamente Aquiles
P. 256
sencillamente aquiles
Tebas está aterrorizada por la presencia a sus puertas de
semejante monstruo, cuya afición a los pasatiempos inge-
niosos ha causado ya muchas víctimas. Pero Edipo, cuando
el temido encuentro le toca a él, resuelve correctamente el
enigma que le propone la esfinge, y que consiste en esta
pregunta: ¿Cuál es el animal que en la mañana camina en
cuatro pies, por la tarde en dos y en la noche en tres? Es el
hombre —le responde Edipo—; el hombre, que antes de
aprender a caminar, gatea, o sea que anda en cuatro pies;
que en su plenitud de vida, anda en dos; y en el anoche cer
de la vida, cuando ya es un anciano, necesita socorrerse de
ese tercer pie que es para el débil andar de los viejos, el
bastón. La esfinge es así vencida por el poder de la inteli-
gencia de Edipo. El sucesor provisorio del rey Layo, a quien
el joven ha asesinado sin saber que era su padre, ha pro-
metido la mano de la reina viuda, Yocasta, al que libre
a Tebas de la esfinge. Así entra Edipo en la ciudad, en
pos de su recompensa. Aclamado redentor de Tebas, se
casa Edipo con la que aún no sabe que es su propia madre,
la reina Yocasta, y con ella tiene varios hijos que, por con-
siguiente, son a la vez sus hermanos. Azota a continuación
a Tebas una terrible peste, especie de castigo divino cuya
causa se señala en la cómplice pasividad con que, en be-
neficio de sus intereses, asisten los tebanos a la corrupción
de sus instituciones. Creyéndose a sí mismo el causante,
aunque no es sino la víctima de aquel castigo inmenso
que se abate como una maldición sobre la ciudad, Edipo
emigra de Tebas. Y se marcha acompañado de su hija An-
tígona; se marcha desesperado y en acto de suprema expia-
ción, se arranca con sus propias manos los ojos y así, ciego y
deshecha su alma, Antígona lo va conduciendo por los ca-
minos de la tierra como a un mendigo, hasta que llorando
256