Page 251 - Sencillamente Aquiles
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aquiles nazoa
sido primos los nombraría con la palabra anexios, que es lo
que define esa relación familiar, el primo.
Ahora, ¿por qué fue esto? Porque los hermanos de
Cristo, sus propios hermanos carnales, nunca creyeron
en Él mientras vivió; si ellos se plegaron al cristianismo
y llegaron a ser Apóstoles, fue después que Cristo había
muerto. Y Cristo nunca les hizo el menor caso por lo
mismo que no tenían nada en común, ni dio nunca un
solo paso para catequizarlos ni para convencerlos de nada.
Ahora, si esa actitud la tenía frente a su propia familia
carnal, ¿qué no esperar un pobre diablo como Judas?
¿Qué no esperar de su actitud ante aquel que tenía
todas las cualidades negativas para ser un ilustre desdi-
chado? Era feo, era ignaro, era torpe, era profundamente
solitario y era, además, muy antipático. Eso fue lo que
realmente perdió a Judas.
Cuando uno recorre la historia en estos términos, piensa
inmediatamente en el escenario donde tuvo lugar seme-
jante tragedia y se imagina un mundo muy grande, y aun
un mundo imaginario. Pues no, ni grande, ni mucho me-
nos imaginario. El lugar donde todo esto sucedió es un
pedacito mínimo de la Tierra Santa, el cual no es nada
en comparación con el resto del Asia Menor. Aquí está
el mar Rojo, historiado tanto y tan cargado de leyenda, el
que atravesó Moisés cuando liberó a su pueblo del cau-
tiverio en Egipto. Aquí está el Mediterráneo, que ahora
se une con el mar Rojo, dando salida al mar Arábigo por
medio del Canal de Suez, que fue aquí construido en el
siglo pasado. Y por aquí está Jerusalén, ese pedacito mí-
nimo de tierra que se impuso a todo el mundo moderno
a través del cristianismo. Aquí, a Jerusalén, fue precisa-
mente a donde el pobre Judas vino acompañando a Jesús
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