Page 230 - Sencillamente Aquiles
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sencillamente aquiles
Por lo mismo que repiten tan fielmente el papel de
los músculos, a ningún otro aspecto de la patología hu-
mana como a los achaques del sistema muscular se parecen
los que alteran el funcionamiento eficaz de las puertas.
Pienso especialmente en la puerta traumatizada, la que
perdió parte de su aptitud dinámica por desprendimiento
de una bisagra, como se quedaría cojo o paralítico a medias
el hombre que sufriera traumatismo de sus tendones. La ar-
trosis, el reumatismo, las enfermedades cuya etiolo gía se re-
laciona con el tiempo y de las que son síntomas la pesantez,
la impracticabilidad del músculo a que atañen, tienen su re-
presentación más patética, dentro de la casa, en esos viejí-
simos portones, cada noche más engorrosos de cerrar, cuyas
bisagras y goznes gimen en el movimiento con gemido que
es casi el mismo del cuerpo forzado a la flexión dolorosa.
Y así como las puertas que le quedaron angostas al marco
o redujeron sus tejidos con el calor, o transportan con difi-
cultad el espacio, dibujan casos de atrofia, así las que se in-
movilizaron por condenación evocan el dramático cuadro
de la parálisis por polio —incluido en la semejanza el papel
correspondiente de los clavos como agentes de infección.
Así como las puertas y pasillos sugieren el movimiento,
la electricidad su sistema nervioso, y la cocina y los con-
ductos del subsuelo la digestión, así los ámbitos de intem-
perie proveen la respiración de la casa, no los que el mal
albañil tuvo que producir a la fuerza en horrendos boquetes
por los que la pared reclama desesperadamente su transfu-
sión de oxígeno, sino los que la nobleza arquitectónica dis-
puso como para que el ámbito habitable disfrute en ellos de
buenas narices y tráquea bien despejadas. La casa mejor
ventilada no es la que ha de fabricarle aire a su cuerpo por
medio de abanicos, ventiladores o acondicionadores; es la
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