Page 233 - Sencillamente Aquiles
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aquiles nazoa
Distanciados por el procedimiento, se identifican por la fun-
ción que uno y otro desempeñaron, por la actitud con que
ambos supieron convertir en materia de salud un líquido
sustancial de la vida.
Pero al mismo tiempo que glándulas eyectoras de la
materia líquida, que órganos destinados a trasladar sus
aguas íntimas al exterior, tiene otras el cuerpo que le sirven,
por función contraria, para cerrarle el paso a la humedad
que pretendiera penetrarlo por las vías anormales de la piel
o el cuero cabelludo. En eso trabajan recubriendo cons-
tantemente nuestra piel con su barniz impermeabilizador,
las glándulas sebáceas. Para encontrar algo que cumpliera
un trabajo equivalente en el cuerpo de la casa, habría que
ir en primer término a la organización defensiva de los
teja dos. El tejado clásico, el ritmo arquitectónico de un te-
jado que sabe conjugar utilidad y gracia, no solo evoca las
proporciones de una cabeza bien modelada, sino que es en
verdad una simplificación de las funciones que se reparten
en nuestro cuero cabelludo, las glándulas sebáceas y el pelo.
Hay ya una aceptable relación de estructuras entre la or-
ganización imbricada de las tejas, su montaje que recuerda
el de las escamas y la textura escamosa que presenta la epi-
dermis humana en una visión aumentada. Pero lo que acre-
dita para el tejado su definición de órgano craneal viviente, lo
que le otorga su personería como cuero cabelludo de la casa,
es la exactitud de resultados con que reedita el meca nismo
defensivo de su pariente orgánico bajo la acción del chu-
basco. Todas sus formas se reúnen entonces para producir
los mismos efectos físicos que un cuero cabelludo expuesto
al torrente de la regadera. Traduce a la eficacia deslizante de
su posición inclinada, la función por la que el riego sebáceo
hace que el agua resbale sobre la piel; e interpreta en la
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