Page 238 - Sencillamente Aquiles
P. 238

JUDAS








            «Dime con quién andas y te diré quién eres». He aquí
            un adagio que no podría aplicársele ni a Cristo, que an-
            daba con Judas, ni a Judas, que andaba con Cristo. Y, sin
            embargo, Judas y Cristo han andado juntos a lo largo de
            más de veinte siglos por memoria de las generaciones.
            Y cuando se alude a la pasión, cuando se alude al alba del
            cristianismo, se mencionan juntos Cristo y Judas como si
            no fueran sino los únicos protagonistas, los más impor-
            tantes y vigentes de ese magno episodio. Andan juntos
            Cristo y Judas en la imaginación de los hombres y en la
            memoria de la historia, uno como contrafigura del otro:
            Cristo, todo bien, suma de todas las perfecciones; Judas,
            todo mal, alma sombría, lúgubre; con su nombre se alude
            a la cualidad más baja que puede afectar a un ser humano,
            al espíritu de traición.
                Y uno siempre se pregunta cómo pudo Jesucristo,
            todo bondad, todo disposición de bien, permitir que en su
            destino y en su posteridad, le tocase una participación tan
            negativa y deplorable al pobre Judas.
                Se dice, entre cualidades superiores que se le atribuyen
            a Dios, que es «El que todo lo sabe»; es decir, el que sabe lo
            que ocurre y lo que se ve en la inmediatez de las cosas, y el
            que sabe lo que está aún por ocurrir. Cristo, según la Bi-
            blia, ya estaba predestinado al fin que tuvo, y encarnación
            de Dios y profeta como era, sabía de antemano todo lo que

                                      238
   233   234   235   236   237   238   239   240   241   242   243