Page 241 - Sencillamente Aquiles
P. 241
aquiles nazoa
Dios fue reemplazado, en el cristianismo, por la con-
ciencia del hombre. Eso es lo que simboliza aquel episodio
inolvidable de Jesús ante el caso de la Magdalena. En be-
neficio de la redención de un ser humano, y de su salvación
para el bien, no vaciló en contrariar Jesús la inexorabilidad
de lo que estaba escrito, según la tradición, por la mano
misma de Dios. ¿Por qué no procedió de igual modo ante
el destino que —en las propias escrituras— le señalaban
las profecías a Judas?
Las Escrituras, los Evangelios, son muy parcos en la ex-
posición de los hechos. Y hay que acudir un poco a la ima-
ginación para comprender lo que en realidad debió suceder
entre dos magnos protagonistas de la Pasión: Judas y Jesús.
Cristo se preciaba de ser «el Hijo del Hombre». Decía
constantemente, con sumo orgullo, que Él era el Hijo del
Hombre; es decir, se tenía como el hombre configurado
en la suma de todas sus cualidades. Se sentía Él profun-
damente humano. Y puesto que se complacía en aclamar
la condición humana como algo tan perfecto y tan digno
que le enorgullecía mostrarse como hombre, como hijo del
Hombre, entonces para explicarnos un poco aquel suceso
vayamos a examinar la condición humana simplemente,
tanto de Cristo como de sus compañeros los Apóstoles.
Así puede quedar más clara la situación.
Cristo y Judas han pasado, como héroe y antihéroe de
la tragedia del Gólgota, a la tradición, al folklore, a la his-
toria y a la leyenda, a través principalmente del arte. El
arte, ese gran intuidor de la realidad, que a partir del Re-
nacimiento especialmente, nos da una tipología del mundo
cristiano, localizado sobre todo en los días en que Cristo
anduvo por el mundo y evoca los principales episodios
de su vida. Leonardo da Vinci es, entre tantos artistas que
241