Page 234 - Sencillamente Aquiles
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sencillamente aquiles
conductibilidad de las tejas recolectoras el papel de re-
mitir y orientar las corrientes que hacen los cabellos en
una cabeza mojada.
La más extraña industria que el hombre ha inventado, la
industria de los cosméticos, que se especializa en vendernos
ya ejecutadas y clasificadas las reacciones de nuestra piel,
tiene su correspondiente para el arte de la arquitectura en
esa porción de materias plásticas que en la construcción con-
temporánea han ido sustituyendo con ritmo creciente el
trabajo fisiológico de las tejas. Reducida la anatomía de la te-
chumbre al escueto funcionalismo de la platabanda, a super-
ficies donde la significación orgánica de las formas se resume
en el uso de substancias cada vez más parecidas a productos
de secreción, pueden las nuevas casas vivir sin tejas, como
puede vivir con la sola protección que le prestan las glán-
dulas sebáceas de su cabeza el hombre que se quedó calvo.
Ya no son las tejas indispensables para la vivienda, como se-
guramente tampoco lo es el pelo para la vida humana. Antes
bien, la alopecía progresiva parece definirse en uno y otro
caso como el más claro signo de afirmación biológica. Si el
progreso del hombre como especie se significa por una cre-
ciente pérdida de pelos, el de la casa como producto de ci-
vilización se manifiesta por una creciente pérdida de tejas.
El orden en que los revestimientos superficiales de la
casa gradúan la calidad de sus texturas, parece dispuesto
para una animada lección de dermatología comparada. La
misma relación que descubrimos entre el tejado y el cuero
cabelludo como principales órganos de anhidración, como
regiones donde se reunió la mayor concentración de re-
cursos contra la intemperie, podría reconocerse entre la
suavidad con que cambia la piel craneal a medida que se
resuelve en epidermis facial, y la calidad de relativa tersura
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