Page 219 - Sencillamente Aquiles
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aquiles nazoa


                  Los niños en muchos países de Europa, bailan alre-
              dedor de un pino que ellos mismos trajeron del bosque y lo
              han colocado en su casa graciosamente paramentado. Al dar
              las doce la Nochebuena, apagan las luces y todos se sientan
              en silencio a cierta distancia del arbolito, por creer que
              a esa hora aparecerán debajo de sus ramas elfos y gnomos.
              En otras partes, Austria y Alemania, los emblemas de Na-
              vidad son la cabeza del jabalí y el leño encendido. El ja-
              balí simboliza, como el pino, fuerza y fecundidad. El leño
              de Navidad se conserva hereditariamente a lo largo de si-
              glos a veces, en una misma familia. Cada año se enciende
              a media noche un rato y luego se vuelve a apagar. Su simbo-
              logía es aún más antigua: se relaciona con los cultos prehis-
              tóricos relativos a la conservación del fuego por el hombre.
                  Los regalos de Navidad tienen desde los tiempos del
              paganismo una significación supersticiosa: se creía que lo
              obsequiado en aquel momento alboral del nuevo año se
              multiplicaría luego, lo mismo para el obsequiado que para
              el donante. Se llamaban augurios, palabra que define en
              su origen latino, «adivinación del porvenir por el vuelo de
              las aves». Los aguinaldos —en su sentido de regalo navi-
              deño— son de origen celta. Au gui l’anne neuf designaban
              en la Francia antigua a una planta de hoja muy decorativa
              que parasita de la encina. Tiene como el pino esa planta
              la facultad de resistir el invierno; por eso adquirió la sig-
              nificación simbólica de sobrevivencia que le otorgaron los
              druidas. La cortaban en los tiempos de Navidad, en medio
              de magníficas ceremonias y fiestas, utilizando una hoz de
              oro. Esa tradición ha sobrevivido en casi toda Europa, y se
              continúa en Estados Unidos. La hoja tal no es otra que el
              muérdago, cuyas coronas u otras formas de arreglo son por
              estos tiempos industria de consumo. La figura de Santa

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