Page 218 - Sencillamente Aquiles
P. 218

sencillamente aquiles


            El acto con que las fiestas comienzan es aquel en que los
            niños de la ciudad van en procesión hasta el cementerio
            para ponerles en sus tumbas regalos a los niños allí ente-
            rrados. En la Unión Soviética la fiesta no es religiosa, pero
            es igualmente bella. En esa época, todos los escolares y es-
            tudiantes se van a los campos para prepararles sus cuevas
            y nidos o guaridas a los animalitos, a fin de que las con-
            serven dispuestas, accesibles y tibias durante las terribles
            nevadas que azotan en esa época a la tierra rusa. En Ingla-
            terra es tradición que los niños, de los dulces y panes que se
            sirven en Navidad, reserven unas migajas para ponérselas
            ellos mismos en las ventanas a los gorriones, que durante
            el invierno se quedan sin alimentación. En Venezuela la
            tradición navideña no ha conservado su genuinidad sino
            en los estados andinos. Allí, para estos días se usa todavía
            el adornar las casas con ramas de la planta aromática lla-
            mada albricias, palabra que designa el regalo que se hace
            como recompensa al que nos trae una buena noticia. Ese
            es el sentido simbólico de las albricias andinas: es la re-
            compensa que el pueblo le ofrenda al Niño Jesús por la
            buena nueva que trae, de que el hombre se salvará. Es muy
            estrecha, en todas las expresiones de la tradición, la rela-
            ción entre las plantas y la fiesta de Pascuas, por lo mismo
            que más o menos visiblemente la celebración sigue fiel a su
            origen pagano, que la refería al renacer de la naturaleza.
            Esa simbología vegetal se conserva vivísima en la figura del
            arbolito. El arbolito de Navidad es siempre un pino, árbol
            que desde antiguo emblematizó en los países nórdicos la
            vitalidad invencible de la naturaleza, pues es el único árbol
            que en el invierno crudo del Norte permanece indemne
            a la acción del frío, además de ser en aquellas comarcas un
            proveedor insustituible de calor para la casa.

                                      218
   213   214   215   216   217   218   219   220   221   222   223