Page 215 - Sencillamente Aquiles
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NAVIDAD








              Tal vez el atributo que le confiere a la Navidad tan conmo-
              vedora significación humana sea el trasfondo melancólico
              que matiza su bulliciosa alegría. Un resplandor de ine-
              fable tristeza convoca en Navidad el corazón de los hom-
              bres hacia la memoria de cosas muy lejanas y un tiempo
              amadas. Pero es también esa la fiesta de la esperanza, de
              la fraternidad y del amor. El alma del niño que una vez
              fuimos divaga entre los olores caseros del turrón y las ropas
              de estreno; la sonrisa de nuestra primera novia tiene la boca
              llena de uvas. La Navidad nos pone a vivir en dos tiempos.
              Nos bastaría subirnos en el trineo de esta hermosa tarjeta
              para viajar con el sueño hasta el país de los cocuyos; pero
              una rápida mirada por la ventana, hacia el radiante cielo
              nocturno de diciembre, nos restituye a la fe en que este
              instante del mundo es también hermoso, puesto que aún
              podemos de un solo trago celeste, llenarnos los párpados
              de estrellas.
                  En todos los países se asocia la Navidad a la idea de
              niñez; lo que permite definirla como la fiesta más bella
              que se haya inventado, es precisamente el hecho de ser
              una efeméride cuyo personaje central es un niño. Es igual-
              mente la Navidad, entre las fechas del cristianismo, la más
              popular y extendida en el mundo, pues merced a los atri-
              butos de ternura que reviste, es la que más hondo llega al
              corazón de los hombres en todas las latitudes. Tórnanse

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