Page 208 - Sencillamente Aquiles
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sencillamente aquiles
con mayor profusión abunda la vivienda circular —las ca-
bañas en forma de trompos, de peras, de conos, los domas
de paja, los monópteros— es precisamente en una latitud
tan cálida como el África negra. Un brillante historiador
de la arquitectura —Jean Dollfus— atribuye el empleo de
estas formas al primitivismo de aquellos pueblos cuya cul-
tura no logró todavía desvincularse del patrón arquitectó-
nico que les dicta la naturaleza en la configuración de los
nidos o de las colmenas.
De las necesidades pues que se relacionan con el clima
o con el relieve y textura del terreno, con el tipo de mate-
riales constructivos disponibles y con la fisiología misma
de la casa —como la invención de la chimenea, sin la cual
nunca hubiera sido posible construir viviendas de varios
pisos—, nace lo que en arquitectura se llama los estilos, es
decir, los signos formales por los que cada pueblo define su
peculiar manera de vivir.
Pueblos que en su origen tuvieron una misma manera
de habitar, como los arios, que vivían junto a la región del
Oxo, al abrigo de las grandes peñas en las laderas del Hi-
malaya, produjeron al dispersarse en sus migraciones de
conquista, tantos estilos de arquitectura como variaciones
ofrecía la naturaleza en las tierras que iban ocupando.
Muy poca semejanza encontraría un viajero de hoy entre
una vivienda de la India rural, con su vasta techumbre de
bambúes arqueados, sus ventiladas paredes que evocan la
estructura de las cestas, y esas deliciosas casitas aguzadas
como capillas, decoradas en gris y negro, que erigen su
gracia de juguete en ciertas aldeas alemanas. Ambas cons-
trucciones, sin embargo, se identifican por el origen como
ramas diferenciadas de una complicadísima genealogía
arquitectónica cuya raíz está en la caverna aria.
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