Page 206 - Sencillamente Aquiles
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sencillamente aquiles
todos, fue el de alzar en su territorio unas inmensas figuras
de piedra con expresión feroz, que a la distancia debían
darle al enemigo la impresión de un ejército de invencibles
gigantes. Esa fue al menos la impresión que recibieron los
españoles al divisar las extrañas esculturas megalíticas que
aún se alzan en la isla de Pascua, donde también existe un
curioso tipo de vivienda mimética, una larguísima bóveda
en forma de gusano casi ilocalizable por la vista en el con-
junto del paisaje, y muy semejante en su propósito de camu-
flaje a las que construyen en nuestras selvas de occidente
los indios motilones.
La vivienda humana, en general, tiende a ser un tra-
sunto más o menos directo de la naturaleza. Por lo mismo
que la tierra no es igual en todas partes, tampoco lo son
las casas. Cada comunidad humana debió arreglar las
formas de su vivienda a las particulares características na-
turales del lugar en que se necesitaba construirla. Donde
el espacio aprovechable era reducido, las casas se hicieron
anchas y aplanadas con tendencia a una sola planta, si-
guiendo la relación lineal del horizonte. Donde la forma
dominante de la naturaleza era el bosque, las sólidas pa-
redes de troncos superpuestos traducen la primera preocu-
pación del hombre en ese medio, que es la de asegurarse
contra la incursión de las fieras; donde el terreno es ane-
gadizo, la casa se erigirá sobre altos basamentos de piedra,
o sobre largas patas, como las aves zancudas; en las vastas
llanuras de clima caliente se abren anchos interiores para
gozar de la intemperie; en las latitudes frías los espacios se
cierran para evitarla; donde el elemento dominante todo el
año son las lluvias, como en muchas comarcas de Asia, la
primera aptitud que perfecciona el hombre es la de cons-
truir techumbres; y mientras en China, en Indonesia o en
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