Page 205 - Sencillamente Aquiles
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aquiles nazoa


              a cuestas. En la proximidad de los oasis aparecían un día las
              largas tiendas de piel o de fieltro, cuyo contorno se mime-
              tizaba a la distancia con las ondulaciones del paisaje desér-
              tico. Del Norte venían enormes carretas entoldadas como
              las que conoció el siglo V con las huestes de Atila. Al-
              gunas comunidades trashumantes de Oriente alcanzaron
              tal grado de perfección en la técnica de la vivienda móvil,
              que se les puede tener como los precursores auténticos de la
              actual casa prefabricada.
                  Desplegando las paredes de piel entrecosida cuyos
              bultos traían junto con el maderamen cuidadosamente re-
              partido por grupos de piezas, en cuestión de minutos ar-
              maban una cómoda casa de varias habitaciones, que con
              frecuencia incluía hasta una escalera y un sótano para
              alojar a los animales. Los escandinavos ejercían un noma-
              dismo marino y llegaron a convertir sus hermosos barcos en
              una especie de vivienda anfibia. «Después de colocarlas
              en seco —nos informa Fergus—, aprovechando para ello el
              descenso de la marea, y de afirmarlas en la playa, utili-
              zaban los remos y mástiles para establecer una especie de
              armazón de techo, sobre la cual extendían las dos velas
              que poseían sus ágiles y fuertes navíos».
                  La guerra, la rapiña, el temor a sus semejantes más
              fuertes y también la tentación de los grandes espacios
              abiertos, fomentaron en los hombres hasta muy reciente-
              mente en la Edad Moderna, el hábito migratorio. Pero
              hubo pueblos que por las condiciones geográficas en que
              se encontraban —los pequeños pueblos islarios que por
              otra parte no dispusieron de medios para desarrollar la
              navegación mayor—, debieron enfrentar ciertas amenazas
              por métodos más inteligentes que el de escapar de ellas.
              Uno de estos métodos de defensa, acaso el más cómico de

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