Page 81 - Sábado que nunca llega
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sábado que nunca llega


              la gaveta central del escritorio; ante mis ojos apareció una
              impactante colección de obras estudiantiles, con la cual se
              podría montar una retrospectiva de la fecunda ociosidad o
              del joder del alumnado. Guardar tan celosamente todo eso,
              sólo se le podía ocurrir (a una mentalidad de invertidos
              cables),  a  un  pargolete.  Dejé viajar la vista por el tapiz
              azul cielo que decoraba el interior de la gaveta archivo,
              gaveta historia, gaveta museo y descubrí que entre todas
              las cosas allí habidas sobresalía un viril miembro tallado
              en madera, en el momento que luce una forma más bien
              prismático triangular. Ese lo había esculpido Gustavo en
              el Taller de Manualidades Masculinas y le costó quince
              días de expulsión y un buen sermón —para que pusieran
              mayor vigilancia a las andanzas de su párvulo— a sus
              afligidos representantes. La creación de Gustavo, el jefe
              de la Seccional Nº 1 la guardaba envuelta en una toalla
              Rosal rosada y perfumada. En mis manos cayó un dibujo
              de dos sexos que se complementaban y, por lo visto,
              acababan de cumplir su cometido. Más allá, encontré un
              cuaderno Alpes, mixto, lleno de versos obscenos y en el
              que se contaban las desviaciones de algunos profesores y
              las veleidades de muchas muchachas, es decir, la biografía
              negra de casi todos y que sería interminable narrar.
              También se escondían en esa gaveta cartas de amor y
              sus contestaciones, papelitos con lacónicas proposiciones
              indecorosas, alas polvorosas de maripositas descuartizadas,
              pétalos muertos de margaritas deshojadas, corazones
              dibujados a escondidas atravesados por flechas que venían
              de lejos o por puñales, según se tratara de unión o desunión;
              pañuelos de señoritas manchados con una o dos gotitas
              de sangre, bufandas de muchachos con labios de carmín
              estampados directamente por incógnitas bocas colegiales

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