Page 452 - Lectura Común
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La lectura común                             Lectura para impacientes

              ¡Menos que qué?
              Fiódor Dostoievski
              El jugador

                  Dostoievski es el personaje enmascarado de esta breve pero
              interminable novela, con la cual el gran ruso lograra (como lo
              hiciera incontables veces durante su vida) escapar de la cárcel
              por deudas y satisfacer las demandas de los usureros de su genio.
              En 1866 hallábase sumido en la escritura de Crimen y Castigo
              cuando hubo de interrumpirla para narrar, mientras lo azotaba la
              epilepsia, lo mordía la pobreza y lo asolaba la agonía de su mujer, la
              azarosa vida de un jugador de ruleta en los casinos de la también
              enmascarada Wiesbaden, disimulada bajo el nombre de Ruletem-
              burgo. La trama, tejida en torno a los vicios  de la suerte, no resiste
              las intrusiones (tan dostoievskianas) de las más tristes pasiones
              humanas. El juego y la apuestan atizan en el ánima de los perso-
              najes los más bajos sentimientos: la falsía, la indignidad, la vileza,   [ 451 ]
              no sólo cuando los convoca a la mesa donde se juegan sus desti-
              nos: también antes, igual después, en círculo de guarismos y colo-
              res (a un punto fascinante y sórdido), cuya fatalidad les depara la
              ganancia infiel y la fervorosa pérdida, la precaria dicha y la dura-
              ble amargura, la ensoñada riqueza y su inseparable pesadilla.
                  El antifaz que elige Dostoievski es asaz precario. Fácil resulta
              descubrir su propia biografía en el autor  Alexis, en la abuela des-
              almada y en Polina, la de su insano amor. Hamburgo, París, Italia,
              se cierran como casas  de oro de la suerte para el que sueña con
              saltar la banca en la ruleta. Y el amor, el amor que lleva ya en su
              promesa de realización su podredumbre. No ha debido resultarle
              difícil entonces al escritor referir la confesión del vivir que alu-
              día a todo jugador: el del tiránico desasosiego que precede a toda
              apuesta y su semejanza con un reino y con su hecatombe.











       Lectura comun heterodox   451                                   13/4/10   12:36:32
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