Page 58 - La escena contemporánea y otros escritos
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La escena contemporánea y otros escritos
congresos, muchas veces con poca creatividad e impositivamente, pasando
por encima de los acuerdos de las bases y del movimiento real de las
masas, fue arrastrado más de una vez, sin zanjar en las cuestiones teóricas
por la batahola del movimiento en su lucha contra el sistema capitalista,
convirtiéndose así en un aparato de ejecución, en una bisagra entre las
organizaciones y la realidad. Era la semilla de la burocracia que ahogaría
al movimiento en el futuro. Una vez Trotsky y la Oposición de Izquierda
fuera de combate, este tercer grupo, los Togliatti, Codovilla, William Z.
Foster, Ravines, entre otros; se pusieron a las órdenes de las nuevas tácticas
y las aplicaron a rajatabla. De esta forma aplicaron las consignas del
“Tercer Período”, que se sustentaban en ignorar las tradiciones de lucha
de los pueblos anteriores al comunismo y en no desarrollar una política de
alianzas con otras organizaciones socialistas o democráticas, impulsando
de considerarla necesaria, la vía de la insurrección armada.
Pero también participaban Julio Antonio Mella, Luis Carlos Prestes,
Agustín Farabundo Martí y José Carlos Mariátegui. Todos ellos lati-
noamericanos. Un cuarto grupo en realidad no agrupado, puesto que
no coordinaba entre sí; pero que se mantenía dentro del movimiento,
aunque polemizando y muchas veces construyendo un propio camino a
pesar de los embates internos y de la lucha contra la represión burguesa.
Recordemos que ya antes de la táctica de clase contra clase arrojada
por el VI Congreso, en el Congreso Antiimperialista de Bruselas, diri-
gentes como Codovilla denostaban a camaradas como Mella. El tercer
grupo mencionado más arriba veía con preocupación a los dirigentes
de estas tendencias marxistas, que anhelaban construir un proyecto
profundamente enraizado en el alma nacional y sin ceder en cuanto a
principios, pero erigiendo un programa de lucha acorde con la realidad
de los acontecimientos y con el movimiento de masas. Pero no de acuerdo
porque se subordinara a él, sino acorde en el sentido de una armonía
dialéctica, es decir, constituyendo un programa que sirviera para que
una organización revolucionaria de clase, con un pueblo alzado organi-
zado, pudiera convertirse en palanca de cambio.
El “Tercer Período” arribó ya cuando las diferencias entre Stalin
y Trotsky habían alcanzado la ruptura. Según el VI Congreso, este
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