Page 32 - La escena contemporánea y otros escritos
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La escena contemporánea y otros escritos
qué estaban haciendo. Nuestro socialismo latinoamericano, si bien es cierto
estaba enraizado hacía siglos como intuición de la herencia colectivista
de nuestros ancestros originarios, era bastante joven desde una perspec-
tiva importada, desarrollado primero en Argentina, a través de los brazos
obreros que llegaron de los barcos con las migraciones (ver Cuadro 6).
Los problemas de los indígenas, la desintegración nacional, el racismo,
tan propios de nuestro continente, no eran discutidos con propiedad o
seriedad revolucionarias, primaba antes que nada la lucha urbana, estu-
diantil; inclusive más clasemediera que obrera. Mariátegui regresó al
continente para poner al derecho lo que estaba al revés, puesto que se
pretendía aplicar un método, no desarrollarlo. Esta visión positivista del
marxismo, chocaba contra una dura realidad, más compleja que cual-
quier postulado teórico. Se trataba de un continente que había servido
de fuente de recursos naturales y mano de obra para impulsar la rudeza
de los países coloniales y cuya génesis había dado como resultado pobla-
ciones enteras enajenadas que sobrevivían en condiciones increíbles de
miseria, con su cultura y sus creencias despreciadas o prohibidas. Cuando
Mariátegui retornó, encontró que se pedía de la realidad que se amoldara
a los constructos desarrollados en otras latitudes. Por todo esto, existieron
muchas situaciones en donde dirigentes brillantes que tenían una mirada
de gran perspectiva a futuro, colisionaban con tendencias dirigenciales u
opositoras a la dirección que no miraban más allá de sus narices. Y eso hizo
daño a los nacientes partidos. Fue parte de la gestación de la vanguardia
organizada, pero también contenido aún incipiente de su derrota.
Se señala esto, pues una de las características más sobresalientes del
comunismo latinoamericano, fue que sus fundadores principales termi-
naron proscritos o malversados de los instrumentos y de los postulados
que habían contribuido principalmente a forjar.
Uno de los ejemplos que podrían ilustrar el primer caso, esta vez en
Norteamérica; es el del talentoso periodista John Reed, quien junto a
Benjamin Gitlow, equivocó su visión en 1919 y quiso tomar el control del
Partido Socialista en los Estados Unidos, a pesar de que el ala derecha ya
los había expulsado. Sanción por demás ridícula, ya que los reformistas
sólo contaban con 10% de influencia sobre la militancia; por lo tanto Reed
no debió gastar tantas energías junto a su grupo, tratando de tomar un
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