Page 353 - La dimensión internacional del Gran Mariscal de Ayacucho
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             to de haberse invadido este territorio, quiera exigir satisfacciones
             por las supuestas ofensas de otro Estado. Verdad es que el gobierno
             de Colombia tomó la iniciativa para formar tratados que asegu-
             rasen la independencia de ambas naciones. El de Bolivia contestó
             prestando su avenimiento. Ofreció enviar un plenipotenciario que
             ajuste el convenio de mutuas ventajas. Esta negociación no tuvo
             el resultado que se buscaba. En consecuencia Colombia y Bolivia
             quedaron libres de un compromiso al cual aún no se habían ligado
             solemnemente por el consentimiento de ambos gobiernos y mucho
             menos por el sello de la voluntad nacional, que es la que da el vigor
             necesario a las estipulaciones internacionales.
               Faltaría el gobierno del infrascrito a los deberes que ha contraído
             con su nación, a los principios que profesa y a la justicia misma, si
             después de haberse impuesto en el contenido de la indicada procla-
             ma no entrara en francas bien que desagradables explicaciones. S.
             E. el presidente de Colombia manifiesta el deseo de hacer la guerra
             al Perú para sostener a la administración que ha desaparecido en
             Bolivia por el voto cuasi unánime de sus hijos. Cansados de sufrir
             el arbitrarismo y la dominación extraña, humillados más vilmente
             que cuando eran colonos, y sujetos a un pupilaje degradante, se
             pronunciaron por pertenecer a sí mismos. Sus votos se cumplieron
             por la justa intervención de sus hermanos del Perú. A su presencia
             los pueblos y el ejército conocieron que había llegado el tiempo de
             ser puramente bolivianos. Tres años lucharon entre los sentimien-
             tos de la gratitud a sus libertadores y el santo deseo de ser libres.
             Ellos creyeron que con su paciencia dulcificarían sus males; pero
             el silencio de los esclavos había sido el orgullo de sus déspotas. Un
             profundo reconocimiento a sus servicios eminentes les hizo recibir
             una constitución que es la vergüenza de la especie humana, porque
             es el pacto de los opresores de los pueblos con cuatro parásitos.
               Por esta gratitud han sufrido que los extranjeros ocupasen los minis-
             terios, las prefecturas, los generalatos y cuantos destinos de alta jerar-
             quía hay en Bolivia. Sus plenipotenciarios y agentes públicos o secretos,
             excepto uno solo fueron extranjeros, presentando la idea al mundo de
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