Page 351 - La dimensión internacional del Gran Mariscal de Ayacucho
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ñaba con el sosiego hogareño, dedicado a las faenas agrícolas, ha de vivir
los siguientes sesenta días imbuido en una temeraria contradicción con los
hábitos que había ensayado para sus ejecutorias de paisano “común y co-
rriente”. Flotaban en el ambiente tremendas inquietudes por las violaciones
territoriales y la política anexionista del Mariscal La Mar, apoyando la de-
claración de guerra hecha por Bolivia a la Gran Colombia.
El historiador boliviano Agustín Iturricha expone un criterio desapasio-
nado y exacto, metódico si se quiere, en lo que atañe a la conducta del
doctor Casimiro Olañeta, Ministro de Relaciones Exteriores del país del
Altiplano durante estos acontecimientos. Leámoslo:
En ese debate de dos potencias, interesadas en justificar su con-
ducta y sincerarla ante el criterio mundial, surgió, como nota des-
acordada, la declaración de un tercero, que no supo ni podía alegar
motivos ni pretextos para su actitud. No teniendo por objeto vengar
la violación de un derecho suyo, habló del de su vecino. Careciendo
de un fin político en perspectiva, divagó sobre las consideraciones
de un conflicto improbable, que le acarrearía la ruina al Perú si
el triunfo no favoreciese a éste. Conflicto improbable, porque el
gobierno de Colombia, entre los motivos anunciados como deter-
minante de la guerra, enumeraba la invasión injustificada de Bolivia
consumada por el Perú, es decir, que argüía más bien en favor de
Bolivia en vez de amenazarla.
La condición de beligerante que se atribuía el canciller boliviano
era también oficiosa, pues ningún pacto de alianza había precedido
a la intempestiva declaración de guerra, de tal modo que las dos
naciones prescindieron completamente en sus ajustes de paz del go-
bierno de Bolivia.
A falta de razones valederas, el canciller boliviano declamó sobre
las desgracias que habían pesado sobre su país con ocasión de la per-
manencia de los colombianos, en tiempos y sucesos que ya habían
pasado al dominio de la historia y que ninguna influencia tenían en
los hechos del presente, pues por confesión contenida en el mismo