Page 357 - La dimensión internacional del Gran Mariscal de Ayacucho
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               El reto de Bolivia cayó en el vacío, el ridículo más completo aco-
             gió las declamaciones teatrales del gobierno provisorio. Los conten-
             dientes decidieron solos su diferendo sin tomar en consideración
             al tercer beligerante. Después de la batalla del Pórtete de Tarqui,
             favorable a las armas colombianas, se celebró el Convenio de Gi-
             rón, por el cual se estipuló que las fuerzas militares de ambos países
             quedarían reducidas a guarniciones; que se nombraría una comi-
             sión para arreglar los límites de los dos países y liquidar su deuda;
             y se dijo, principalmente, que “ninguna de las dos repúblicas tiene
             derecho de intervenir en la forma de gobierno de la otra, ni en sus
             negocios domésticos; y se comprometen a respetar la independen-
             cia de Bolivia, como la de los demás estados continentales”, y otras
             seguridades recíprocas, como bases para el tratado definitivo de paz.
               La victoria obtenida por el ejército colombiano comandado por el
             Gran Mariscal de Ayacucho, sobre las fuerzas peruanas dirigidas por
             el general Agustín Gamarra, fue sellada con actos de gran magna-
             nimidad, en el Convenio de Girón. La noble actitud del vencedor,
             desmintió las aseveraciones contenidas en el manifiesto del gobierno
             del Perú y en la nota del canciller boliviano, que atribuían al Liberta-
             dor miras de conquista sobre estos pueblos y de imposición del ab-
             solutismo de Colombia. Muy lejos de tales propósitos, el vencedor
             estableció más bien la obligación de respetar la independencia de los
             países suramericanos, prohibiendo expresamente el derecho de inter-
             vención que la arbitrariedad peruana se había conferido tan denoda-
             damente sobre los negocios políticos y domésticos de los vecinos. Las
             condiciones impuestas en el Convenio de Girón, eran pues totalmen-
             te incompatibles con las miras atribuidas al Libertador. 465
            Pero veamos los acontecimientos pormenorizadamente. El 28 de octubre se
          le confía al Gran Mariscal Sucre la dirección de la guerra. El 22 de noviembre
          la Escuadra peruana, obedeciendo instrucciones del Almirante Martín Jorge

          Guise atacó el puerto de Guayaquil y aunque la resistencia de las fuerzas co-


          [ 465 ]_ Ídem, p. 273.
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