Page 359 - La dimensión internacional del Gran Mariscal de Ayacucho
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             curará inútilmente, porque conoce lo que vale un ejército colom-
             biano sobre el campo de combate.
               No pretendiendo sino dejar bien puesto el honor, los intereses, y
             la dignidad del gobierno y del pueblo colombiano, sin exigir humi-
             llaciones de la República Peruana, comprendemos que aún es tiem-
             po de entendernos. La independencia de los Estados Americanos
             es nuestro intento. Casualmente se halla en este Cuartel General el
             Sr. Coronel O’Leary, comisionado por el Gobierno para negociar
             con el del Perú; y a pesar de las informalidades que se han guardado
             hacia su carácter está pronto a llevar a cabo su misión.
               Habiéndose desgraciadamente roto las hostilidades, será inopor-
             tuno suspenderlas, mientras que una transacción final, o una victo-
             ria las terminen; pero no queriendo ser ni remotamente responsable
             de la sangre y de los males de una lucha que pueda llamarse fratrici-
             da, dejo libre la elección a V. E. entre la paz y la guerra. 466

            El jefe peruano demoró la respuesta hasta el 2 de febrero, la cual es de una
          tonalidad agresiva, para concluir recomendando que:
            presente V. E., o el Sr. O’Leary unas bases más determinadas y sí ellas
          fuesen equitativas, no habrá impedimento alguno para dar principio a las

          negociaciones; si no versasen tan grandes intereses yo habría devuelto a V.
          E. la comunicación a que contesto... V. E. agravia en ella al ejército peruano
          que si ha penetrado en el territorio de Colombia lo ha hecho confiado en
          la justicia de su causa, en su fuerza moral y cívica y en la opinión de los
          pueblos cansados de sufrir un yugo insoportable, del cual Guayaquil ya está
          libre... Si fuese necesario continuar la guerra, el campo de batalla y no las
          jactancias indignas de los violentos, será el que acredite de qué parte está la
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          superioridad.  El Mariscal de Ayacucho la recibió sin ofenderse, aunque



          [ 466 ]_ CHIRIBOGA N., A.I.- Tarqui documentado. Quito, Ecuador, Talleres Tipográfi-
          cos Nacionales (1929?) T 111 p. 275-276.

          [ 467 ]_ Ídem, p. 276-277.
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