Page 94 - Influencia de las mujeres en la formación del alma americana
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Teresa de la Parra  93 93

           establecimiento pedagógico. Bolívar le adelanta el dinero necesario.
           Simón Rodríguez o Samuel Robinson se va al Alto Perú, instala su
           establecimiento, le hace gran propaganda, obtiene muchos alumnos

           y lo inaugura caminando por él enteramente desnudo, a fin, decía,
           de predicar con el ejemplo la vuelta del hombre a la naturaleza.
              Las familias de sus discípulos se indignan, retiran a los alumnos,
           quieren procesarlo por inmoral y después de gran escándalo quiebra
           el establecimiento. Con lo que le resta, abre un comercio de velas

           en Chile y termina por fin sus días viejo y pobre en el pueblecito
           peruano de Paita a orillas del mar. Allí la casualidad le depara como
           vecina a Manuelita Sáenz, aquella otra loca y gran amiga de Bolívar
           de quien ya hablaremos luego y a quien ya vieja y paralítica seguían
           llamando en el pueblo “la Libertadora”. ¿Qué no se contarían en
           su decadencia estos dos viejos originales? Cuando en 1854 moría
           Simón Rodríguez, veinticuatro años después de Bolívar, su discí-
           pulo, la vieja Manuela Sáenz encabezó una suscripción entre los
           señores del pueblo para poder enterrar con decencia a su amigo el

           pobre filósofo.
              Bolívar fue a España por primera vez a los dieciséis años. Allí
           iba a encontrar muy pronto el primero y el más completo amor de
           su vida. La partida inesperada de su profesor Rodríguez había inte-
           rrumpido bruscamente sus estudios. Para terminarlos o hablando
           más propiamente para comenzarlos en la forma habitual, su tutor lo
           envía a Madrid a casa de don Bartolomé Palacios, el cual se hallaba
           entonces de temporada en España y era hermano de doña Concep-
           ción, la madre de Bolívar. Una vez en Madrid, de la casa misma de
           su tío, Bolívar iba a encaminarse natural y directamente a la vida
           familiar del Palacio Real. Mediaron para ello las siguientes circuns-
           tancias: don Bartolomé Palacios era íntimo amigo del granadino
           Mallo, quien joven, arrogante y lleno de atractivos, era a su vez
           amigo íntimo nada menos que de la propia reina María Luisa. Esta
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