Page 89 - Influencia de las mujeres en la formación del alma americana
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que se pagaba con la pena de muerte ante los españoles y ser español
o realista era otro delito que se pagaba del mismo modo ante los
criollos. Estos últimos instruían sus procesos de la siguiente manera:
Diga naranja, ordenaban al acusado o sospechoso. Si este decía
naranja sonando la jota se le pasaba inmediatamente por las armas.
Así las cosas de un lado y de otro, avanzaban los españoles sobre
Caracas. Venían de degollar a todos los habitantes de la ciudad de
Valencia y aseguraban que harían lo mismo con los caraqueños si
estos no se rendían desde el primer momento. Caracas se hallaba
aún entre los escombros del terremoto del año doce. Bolívar, que
carecía de elementos con qué resistir, tuvo que salir de la ciudad
para ir a reclutar un ejército. Por no caer de nuevo bajo el antiguo
régimen, la población entera de Caracas resolvió marcharse a pie
detrás de Bolívar. Eran cuarenta mil personas, casi todas niños y
mujeres, porque los hombres estaban en la guerra. En la ciudad
destruida y desierta no quedó más que el arzobispo y las monjas
enclaustradas de sus tres conventos.
Muertos de hambre, de cansancio y de sed, los emigrantes
atravesaron a pleno sol del trópico por llanuras desoladas casi toda
Venezuela. A caballo, a la cabeza de aquella multitud andante y
moribunda, Bolívar, como un nuevo Moisés, la conducía al azar,
sin más esperanza que aquella fe en su genio que los demás y él
tenían. Después de ataques y aventuras sin cuento cuando llegaron
por fin donde Bolívar podía formar un ejército, de los cuarenta mil
niños y mujeres salidos de Caracas, quedaban apenas una pequeña
parte. Los demás se habían muerto de hambre, de insolación y de
cansancio en el camino. Bandadas de zamuros iban marcando las
huellas por donde había pasado la caravana.
Prescindiendo de los demás próceres de la Independencia,
a lo largo de la vida de Bolívar que es el más significativo, desde
su infancia hasta su muerte, podemos apreciar muy fácilmente la