Page 93 - Influencia de las mujeres en la formación del alma americana
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92 92  INFLUENCIA DE LAS MUJERES EN LA FORMACIÓN DEL ALMA AMERICANA

          de que su discípulo quedara “en estado natural” porque según decía
          “la razón del sabio suele asociarse al vigor del atleta”, se retiró con él
          al campo, le enseñó ejercicios corporales y en lo demás se dedicó al
          difícil estudio de que no aprendiese nada. Gracias a estos métodos
          de Simón Rodríguez cuando Bolívar se embarcó para Europa a los
          dieciséis años de edad escribía de a bordo unas cartas ilegibles en un
          estilo deplorable, llenas de faltas de ortografía. Pero gracias también
          a Rodríguez era ya el andador, el jinete y el nadador incansable
          con quien más tarde no pudo competir ninguno de sus compa-
          ñeros de armas. Complicado en la conjuración de Gual y España,
          y perseguido por las autoridades españolas, Rodríguez tuvo que
          interrumpir bruscamente sus proyectos a lo Juan Jacobo Rousseau;
          abandonar la educación de su Emilio y desterrado emprender de

          nuevo su vida errante por Europa. Botánico, filósofo, físico, peda-
          gogo y comerciante, según las necesidades, recorre Alemania, Rusia,
          Turquía, aprende innumerables idiomas, y como durante la travesía
          la lectura de Robinson Crusoe le conmueve profundamente, decide
          honrar a Crusoe en su propia persona y ya no se llama Simón Rodrí-
          guez, sino Samuel Robinson. En Roma en 1805 se encuentra de

          nuevo con Bolívar, recibe sus confidencias y una tarde, una de esas
          maravillosas tardes de Roma ante el crepúsculo, conversando en el

          Monte Sacro a tal punto se exaltan los dos, que Bolívar se transfi-
          gura, en una especie de delirio romántico, toma la ciudad de Roma
          y toma al sol poniente por testigos y hace su célebre juramento de
          libertar a la América española. Algunos meses después Bolívar se
          va, Rodríguez se queda en Europa y durante veinte años no vuelven
          a verse maestro y discípulo. En 1824 atraído por la gloria del que
          en todas partes llaman ya el Libertador, Rodríguez decide regresar

          a América a fin de fundar en las naciones libertadas por su discí-
          pulo un gran Estado comunista en donde solo exista la igualdad
          y la dicha. Para comenzar tiene un proyecto: el de fundar un
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