Page 90 - Influencia de las mujeres en la formación del alma americana
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Teresa de la Parra  89 89

           parte importantísima que toman las mujeres en su vocación de

           libertador y en la consolidación definitiva de su genio. Gran enamo-
           rado, según él mismo confiesa, solo las mujeres a quienes quiso con


           pasión tuvieron influencia en sus gustos, en su carácter y en sus
           decisiones. También la tuvo Simón Rodríguez aquel maestro de su
           adolescencia quien por paradójico, idealista y visionario se salía del
           nivel corriente de los hombres.
              Desde su nodriza, la negra Matea, hasta Manuelita Sáenz, su
           último amor, Bolívar no puede moverse en la vida sin la imagen
           de una mujer que lo anime, lo consuele en sus grandes accesos de
           melancolía, y le preste sus ojos para mirar con ellos dentro de su
           propio genio.
              Huérfano desde muy niño es en los brazos de la esclava Matea
           donde Bolívar oye y mira por primera vez la honda poesía de la vida
           rural que es la faz más querida y noble de la Patria. Es en su hacienda
           de los valles de Aragua, la hacienda típica criolla, la hacienda casi
           bíblica en donde los esclavos, prolongación de la familia, se llaman
           de apellido Bolívar o Palacios, del nombre del dueño que es el dios y
           el padre de todos.
              Al caer la tarde, terminado el trabajo del campo, Matea lleva
           a su niño Simón al repartimiento o patio de los esclavos. Allí bajo
           el propio cielo mientras cae la noche él oye cuentos de miedo con
           duendes y fuegos fatuos, que narra algún viejo negro. Los cuentos
           tienen casi siempre como tema los horribles crímenes del tirano
           Aguirre, el conquistador rebelde y bandido, cuya alma en pena vaga
           todavía en forma de lucecita que se apaga y se enciende mucho más
           grande que los cocuyos. Es una luz que camina. A veces aparece en
           la llanura, otras veces se sube a la copa de un árbol inmenso que
           se ve desde el corredor de la hacienda allá a lo lejos y que se llama
           el Samán de Güere. Treinta años más tarde bajo la copa del mismo
           Samán legendario de su infancia, que aunque viejo y tullido todavía
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