Page 99 - Influencia de las mujeres en la formación del alma americana
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98 98 INFLUENCIA DE LAS MUJERES EN LA FORMACIÓN DEL ALMA AMERICANA
día un amigo a quien acaba de conocer, llamado Carlos Montújar,
le informa que Simón Rodríguez ya no existe, pero que en su
reemplazo puede encontrar a Samuel Robinson quien se halla en
Viena entregado a la química. Trabaja en el laboratorio de un sabio
alemán. Bolívar sale inmediatamente hacia Viena y encuentra ¡por
fin! a su querido Rodríguez, transformado en Robinson, rodeado
de fórmulas, sales, ácidos y probetas. Pero ¡ay!, ¡pobre Bolívar! Su
poema de dolor infinito con el cual hubiese querido hacer estre-
mecer el mundo entero iba a sufrir una nueva decepción. Robinson
le oye y casi no se exalta. ¡Qué! ¿La muerte de una persona? Es una
cosa normal de la naturaleza. Ya no le queda, pues, al desesperado
otro recurso que buscar él también la muerte. Así lo hizo. De la
muerte lo vino a sacar sin saberlo su amigo el nuevo Robinson en
una forma inesperada y pintoresca. Oigamos cómo cuenta el propio
Bolívar el proceso de su hundimiento y de su resurrección. Lo hace
en una carta dirigida a su prima Fanny du Villars. El tono patético
de esta carta es muy gracioso y es un documento sobre la formación
romántica de Bolívar: tanto él como Rodríguez se mueven en ella,
no como personajes de la vida, sino como personajes de los libros de
entonces. “Yo esperaba mucho –escribe Bolívar en 1804 narrando
su entrevista en Viena con Rodríguez–, yo esperaba mucho de la
sociedad de mi amigo, el compañero de mi infancia, el confidente de
todos mis goces y penas, el mentor cuyos consejos y consuelos han
tenido para mí tanto imperio. ¡Ay!, en esta circunstancia fue estéril
su amistad. El señor Rodríguez solo amaba ya la ciencia. Lo hallé
ocupadísimo en un gabinete de química que tenía un sabio alemán.
Apenas logro verlo una hora al día. Cuando me reúno con él me dice
de prisa: ‘Mi amigo, diviértete, reúnete con los jóvenes de tu edad,
vete al espectáculo, en fin, es preciso distraerte. Este es el solo medio
de que te cures’. Comprendo entonces que le falta alguna cosa a este
hombre, el más sabio, el más virtuoso y sin que haya duda, el más