Page 101 - Influencia de las mujeres en la formación del alma americana
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          100  INFLUENCIA DE LAS MUJERES EN LA FORMACIÓN DEL ALMA AMERICANA
          sus probetas, Samuel Robinson había olvidado en absoluto darle
          tan trivial noticia. Al escucharla, Bolívar dio un salto sobre la cama.
          Ya estaba bueno y sano. Aquella inyección de cuatro millones lo
          había curado. Pero solo le curaba el cuerpo. El espíritu, como en la
          vieja canción quedaba dolorido todavía.
             No  se  equivocó Simón Rodríguez al  decir que los cuatro
          millones de Bolívar iban a servir para algo. Ellos lo condujeron hacia
          su prima Fanny du Villars, la gran inspiradora, la que le mostró su
          camino, le reveló su genio y le dio por medio de detalles a veces


          insignificantes aquella magnífica confianza en sí mismo, que debía

          crecer en Bolívar con la violencia de un incendio.
             El amor de Fanny no fue la pasión que absorbe y que anula. No.
          Amor templado y risueño, amor de París, hizo de Fanny más que
          la amante, la amiga, la consejera, la iniciadora. Gracias a sus rela-
          ciones y a su don de gentes en su salón de París le tiende una mano
          a Bolívar y lo hace subir sobre una especie de plataforma. La del
          París granado de entonces. Desde allí él contempla toda su época,
          como se contempla un panorama, avalúa bien sus fuerzas, se traza
          su destino y emprende su vuelo.
             Cuando Bolívar habla de su amor por Teresa del Toro asegura
          que de no haber muerto ella, él no hubiera salido nunca de los
          límites trazados por aquel idilio de su adolescencia. Dafnis y Cloé
          de los valles de Aragua hubieran terminado en Filemón y Baucis de
          la hacienda San Mateo. Encauzado dentro del matrimonio al final


          de  su vida –afirma el mismo Bolívar– habría aspirado quizás a la
          alcaldía del pueblecito cercano. Hay personas que rechazan esta
          suposición. A mí me gusta creerla porque me parece verosímil y
          porque me parece muy dulce pensar que en la monotonía de la vida,
          cuando menos lo imaginamos, pasa tal vez a nuestro lado un alma
          genial a quien un profundo amor la hizo olvidarse de sí misma y la
          puso a caminar dentro del gran rebaño.
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