Page 62 - Influencia de las mujeres en la formación del alma americana
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Teresa de la Parra 61 61
tenía a su servicio personal de cinco a seis sirvientas. Buenas místicas
y buenas criollas pensaban sin duda que no era edificante gastar
fuerzas materiales en su propio servicio, sino que debían reservarlas
para cuando se presentase la ocasión de gastarlas en el servicio de
Dios. Mientras tanto, las seis criadas lo hacían todo.
Este exceso de sirvientas provocó, por cierto, en México, un
famoso pleito entre un convento de monjas y un provincial de la
Orden de San Francisco, llamado fray Mateo de Herrera quien
llegaba de España a visitar las comunidades. Escandalizado el
provincial por el número de sirvientas que contó en un convento:
eran 500, un verdadero ejército, decidió reducirlas a una mínima
expresión. Las monjas se opusieron indignadas, el provincial
insistió, todos los parientes de las monjas las apoyaron, la discusión
se encrespó y fue a dar a la Real Audiencia. Hubo un largo pleito.
Nombrado árbitro el virrey sentenció a que se rebajara a la mitad el
número de sirvientas. Pero como las monjas se negaron a despedir
ni a una sola, ganaron brillantemente el pleito. De las casas ricas
a los conventos y de los conventos a las casas ricas iban y venían
los regalos acompañados de un amable recado oral. Eran bandejas
con rosquillas de almendra; frutas de horno; suspiros de monja y
chocolate fino. Cargar la bandeja y decir el recado era una de las más
delicadas ocupaciones de las discutidas criadas. Sor Juana Inés que
quiso con vehemencia a la marquesa de Paredes, una de las virreinas,
le mandaba casi diariamente regalos de dulce o de labores de mano y
se las ofrecía en verso. Una vez que le envió un zapato bordado y una
torta de chocolate glosó el regalo con un romance que empezaba así:
Tirar el guante, señora,
es señal de desafío,
conque tirar el zapato
será muestra de rendida.