Page 65 - Influencia de las mujeres en la formación del alma americana
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64 64  INFLUENCIA DE LAS MUJERES EN LA FORMACIÓN DEL ALMA AMERICANA

          los Borbones. El nacimiento de un infante, o el aniversario del rey
          eran junto con la Semana Santa las grandes solemnidades del año.
          Las campanas repicaban, había iluminaciones, las señoras nobles
          mantuanas salían a la calle y todo el mundo se divertía. El destro-
          namiento y detención de Fernando VII por Napoleón hirió a las
          colonias en lo más vivo de su cariño místico. Se había humillado
          al rey sagrado. Todas se despertaron. Cuando vino la decepción
          y se dieron cuenta de que era un rey de baraja, ya no volvieron a
          dormirse para soñar con él. Se le habían perdonado muchas cosas,
          pero que desde allá nos dejara saber que era un rey de baraja, eso no
          se lo perdonamos nunca.
             Como más sensibles y sedientas de ideal, eran las mujeres las
          más dispuestas a endiosar cualquier cosa. Tanto Jorge Juan como el
          conde de Ségur quienes vinieron a Caracas y Cartagena de Indias
          en el siglo xviii cuentan la acogida entusiasta que hacían las crio-
          llas a los europeos. Ségur, quien llegó a Caracas renegando de las
          incomodidades del viaje y del espíritu estrecho de las autoridades
          coloniales, al entrar en la ciudad cambia de tono. Ve las ventanas
          llenas de mujeres bonitas que se asoman para saludar sonriendo a

          los oficiales franceses y le parece Caracas un valle encantador donde
          se goza en forma especial la dulzura de vivir. Cada cual, dice, se apre-
          suraba a ofrecernos su casa y las señoras abrían la celosía para apoyar
          sonriendo la invitación. Tan encantado quedó de aquella sencillez
          hospitalaria que no olvidó nunca los días pasados en Caracas. No
          olvidó tampoco a las Aristiguieta, primas de Bolívar, con quienes
          bailó a menudo y a quienes llamaban por bonitas y por ser nueve
          hermanas –las Nueve Musas.
             Jorge Juan cuenta por su lado que aquí en Cartagena de Indias, las
          criollas distinguidas no se veían nunca circular por la calle. No salían
          sino de noche. Iban a misa los domingos a las tres de la mañana. Su
          rango de nobles o mantuanas les impedía salir sin manto y como
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