Page 56 - Influencia de las mujeres en la formación del alma americana
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Teresa de la Parra  55 55

           todos nuestros conventos coloniales de América. Esta nota castiza la
           sostenía a todas horas la criada.
              Las monjas al ingresar al convento llevaban junto con el dote
           una sirvienta. Esto ocurría durante la Colonia en casi todo el conti-
           nente. En Caracas en tiempos anteriores, mientras existió la escla-
           vitud, era una negra esclava. El día de la ceremonia de profesión
           luego que la monja pronunciaba los tres votos entregaba a su negra la
           carta de libertad. La esclavitud voluntaria de la libre libertaba así a la
           esclava. Tal era el reglamento de las carmelitas Descalzas de Caracas:
           “el vergel de perfecciones y cigarral de virtudes” como poéticamente
           lo había llamado en el siglo xvii el escritor Oviedo y Baños. Cuando
           la expulsión, quedaron en la calle junto con las sesenta y cuatro
           monjas, sesenta y cuatro sirvientas. También las sirvientas estaban
           sin asilo porque acostumbradas a la vida del convento les era difícil
           adaptarse al servicio ordinario de las casas que carecían para ellas del
           prestigio monástico.
              La Madre  Teresa había emigrado del cigarral junto con su
           sirvienta quien fiel en la larga adversidad cuando la conocimos la

           ayudaba aún a hacer los dulces y contestaba a la novena y al rosario
           si no había otras personas del vecindario que viniesen a rezarlo.
           Era una mulata jovial cuyas carcajadas celebraban el menor detalle
           cómico que apareciere en el ejemplo de una novena o en las Vidas
           del Año Cristiano. Como trataba a los santos con excesos de fami-

           liaridad, hacía continuos y edificantes actos de fe, puesto que los
           despojaba de sus actitudes hieráticas y los ponía a circular en la vida.
           Cuando declaraba por ejemplo que San Antonio era maula, porque
           se cogía la limosna y no concedía el favor o cuando aseguraba muy
           seriamente que la mejor manera de halagar a San Pascual era la de
           rezarle bailando, puesto que era un santo de natural bailón, escoba
           en ristre abría con sus manos robustas las puertas del cielo indis-
           creta y bruscamente. Tras ella aparecían los santos divirtiéndose con
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