Page 73 - Fricción y realidad en el Caracazo
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earle herrera
EL CARACAZO: ESTALLIDO POPULAR
El 27 de febrero de 1989 fue una fecha que ingresó, vio-
lentamente, en la tabla de efemérides de Venezuela. La
democracia formalmente más estable de Suramérica, que
un mes atrás, el 23 de enero, había celebrado sus treinta
y un años de existencia y de acordada alternabilidad del
poder, se vio sacudida por una explosión popular que se
inició en Guarenas y Caracas y, horas después, se extendió
por las principales ciudades del país. Al día siguiente, la
situación se hizo incontrolable para las fuerzas policiales,
desbordadas por las masas humanas que se lanzaron a las
calles. A las plantas de televisión les faltaron cámaras y
equipos para cubrir aquellos inesperados acontecimientos.
Las imágenes de saqueos y desatada furia popular se su-
cedían sin orden ni concierto, tal como ocurrían los he-
chos en la realidad. Las transmisiones en vivo hacían de
los espectadores partícipes de lo que estaban viendo, como
actores o víctimas. La ausencia en los medios, tanto del
Gobierno como de las clases dirigentes, provocaba una
sensación a la vez de vacío y de permisividad: cada quien
podía hacer lo que se le antojara.
Lo que empezó como una protesta popular contra el
alza del pasaje del transporte público, focalizada en Gua-
renas, mediana ciudad cercana a Caracas, y en el terminal
de pasajeros de la capital —Nuevo Circo—, terminó por
convertirse en un estado de anarquía general. Aunque vo-
ceros del Gobierno luego acusarían a sectores subversivos
y de izquierda, lo cierto es que se trató de un estallido po-
pular espontáneo y sin dirección alguna. Tan es así que
los mismos izquierdistas ironizaban después, que el au-
tobús de la revolución pasó y ellos no estaban en la parada.
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