Page 50 - Fricción y realidad en el Caracazo
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ficción y realidad en el caracazo


            control riguroso sobre el gasto público. El país se arroparía
            hasta donde le alcanzara la cobija, dicho en los términos re-
            franeros que caracterizaban la oratoria de Herrera Campins.
                Sin embargo, como otras veces, desde el Medio
            Orien te al país lo alumbraría la lámpara maravillosa, no
            de Aladino sino del petróleo, que además de real es más
            potente. Estalla la revolución islámica que derroca al sah
            de Irán, Mohamed Reza Pahleví, y se instaura el gobierno
            fundamentalista del ayatolá Khomeini. El planeta se estre-
            mece con un nuevo shock petrolero que, entre 1977 y 1981,
            disparará los precios del barril del crudo a treinta y ocho
            dólares. Con un incremento del precio de exportación del
            petróleo venezolano por el orden del 280 %, el Gobierno
            vio que, como por arte de magia, se corregía el desequili-
            brio de la balanza de pagos y el déficit fiscal se hacía mane-
            jable. El discurso de la austeridad administrativa cayó en el
            pozo de los recuerdos. Pero no solo eso: al país se le volvían
            a abrir las puertas del crédito internacional, al que se recu-
            rriría con voracidad e insensatez. La paradoja se repetía:
            mientras más ingresos obtenía el país, más se endeudaba.
                Con las reservas petroleras más grandes del planeta,
            si se excluyen las de los países árabes, las políticas econó-
            micas se conciben y se cambian de acuerdo con los alti-
            bajos de este producto en el mercado internacional. Estos
            cambios de políticas y de reglas de juego ahuyentan a los
            inversionistas y solo atraen «capitales golondrina», espe-
            culativos, que vuelan del país apenas cambian los signos
            favorables, con sus correspondientes efectos devastadores
            en la economía nacional.
                El gobierno de Herrera, con la suficiencia que dan
            los altos precios del petróleo, aseguraba que esto no ocu-
            rriría en Venezuela. Pero ocurrió. Los precios comenzaron

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