Page 47 - Fricción y realidad en el Caracazo
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earle herrera


              Independencia». Esta sería de carácter económico, con la
              ruptura de los lazos de dependencia y la superación del
              subdesarrollo. Parafraseando  a Hemingway,  podría de-
              cirse que Venezuela, por aquellos días, era una fiesta. Y al
              final de la fiesta, esperaba la resaca.
                  El aparato económico y financiero del país no estaba
              en capacidad de asimilar aquella masa de dinero. El Go-
              bierno, consciente de esta realidad, creó el Fondo de Inver-
              siones de Venezuela y el Fondo de Inversiones Agrícolas.
              Aunque no se reconociera expresamente, estos organismos
              se asentaban en la vieja tesis del escritor Arturo Uslar Pietri
              de «sembrar el petróleo», esto es, invertir los recursos pro-
              venientes del mismo en la industrialización del país y en el
              desarrollo agropecuario, con el fin, justamente, de romper
              la dependencia del petróleo.
                  El Gobierno inyectó ingentes cantidades de dinero a las
              empresas básicas del Estado (aluminio, acero, electricidad,
              petroquímica), sin tomar en cuenta las condiciones del mer-
              cado internacional. Asimismo, abrió de par en par las puertas
              del crédito público a empresarios privados de la industria
              y del campo. Si las empresas del Estado se convirtieron en
              grandes elefantes que terminaron arrojando pérdidas y recu-
              rriendo al endeudamiento externo, el sector privado bene-
              ficiado con préstamos del Estado orientó esos recursos a la
              especulación inmobiliaria, financiera y al comercio de bienes
              importados, generalmente suntuarios. El petróleo, pues, se
              sembró en tierra estéril, donde no germinan ni las semillas
              de las buenas intenciones.
                  En el plano social, Pérez se propuso alcanzar el pleno
              empleo, no por la vía del crecimiento y la productividad
              de la economía, sino por decreto. Cada establecimiento
              comercial estaba obligado a contratar, por lo menos, a una

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