Page 48 - Fricción y realidad en el Caracazo
P. 48
ficción y realidad en el caracazo
persona para la limpieza del local y a otra para cuidar el
baño destinado a los clientes. Así mismo, todo ascensor
público debía contar con sus ascensoristas, quienes se tur-
narían en el servicio. Se crearon subsidios al transporte
público y a los alimentos y productos de primera nece-
sidad, al tiempo que se controlaban, también por decreto,
los precios. Era una forma de contener la inflación que la
masa de dinero circulante presionaba sin que el dique de
los decretos pudiera mantener a raya. El país entraría en
una espiral inflacionaria de niveles históricos y Venezuela
empezaría a consumirse en su propia salsa petrolera.
El Gobierno parecía no darse cuenta de la situación
y menos el sector de la población que se beneficiaba de la
súbita riqueza provocada por una guerra en el otro lado
del mundo, el Medio Oriente. Los venezolanos de clase
media alta iban a hacer sus compras a Miami y los comer-
ciantes de esta ciudad los llamaban «Ta barato», pues era
la expresión que soltaban al oír el precio de los productos:
«Ta barato, dame dos». El cineasta venezolano Carlos Az-
purua, realizó un galardonado documental titulado Miami
nuestro, en el que retrata con ironía y crudeza la mayamiza-
ción de sus paisanos, sus cambios de patrones culturales, su
consumismo, e incluso, sus distorsiones idiomáticas, cabal
expresión de un delirio de grandeza resumido en la frase
«la Gran Venezuela».
Al final del gobierno de Pérez sobrevino la resaca. La
inflación que encontró en 1,13 %, se había duplicado para
1978, según el Banco Central de Venezuela. Ese mismo
año, las reservas internacionales cayeron de 9129 mi-
llones de dólares a 7599 millones. La deuda externa, que
Pérez encontró al comienzo de su administración en 1200
millones de dólares, se elevó a 11 000 millones para 1978.
48