Page 247 - Fricción y realidad en el Caracazo
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earle herrera
es reiterativo y las interrogantes encierran una respuesta
y una acusación, al preguntar por el «ojo suspendido», «este
lugar magro», el «exilio» de los ciudadanos en su ciudad.
La respuesta es «Nada. Frente a un pan terrible», el pan del
hambre, el pan que buscaron los saqueadores y por el que
centenas de personas perdieron la vida. Pan terrible, me-
táfora de la carencia, de la rebelión de los marginados y ex-
cluidos y su aplastamiento a sangre y fuego. Y luego, la
rutina, la mano pasando siempre la llave del gas en el «túnel
del hastío». Si se hace caso a las ofertas engañosas «para
tranquilizarnos», el destino es volver a la situación que mo-
tivó el estallido popular y los saqueos. El poeta advierte a los
de abajo, es descreído, pero no escéptico. No lo es su poesía.
El constructo «para tranquilizarnos», su reiteración al
inicio de cada estrofa, pauta el ritmo del poema. La forma
busca fijar el contenido, grabarlo en la memoria, para que
nadie olvide. Funciona también como ironía ante las ofertas
engañosas, el pan y circo con que se pretende calmar, como
tantas veces, al pueblo sublevado. Ironizar las promesas de
la clase política es despertar la conciencia de los margi-
nados y excluidos frente a la amenaza de un nuevo engaño
y nuevas frustraciones.
Poema de la realidad, hace verbo, plasma, expresa a un
país y sus clases dirigentes, a los privilegiados, a las mafias
sindicales, a los banqueros que se van o huyen al exterior
con los dineros de sus ahorristas. País, el otro, el que nos es
extraño, el saqueado no por los marginales sino por los po-
derosos y que ha sido reducido a «paisito», un diminutivo
que connota, en la voz del poeta, expoliación y bancarrota.
Y allí, otra vez la ciudad, Caracas subvertida y reprimida,
sumida y subsumida en «un hedor de vísceras recostado
en las esquinas; ciudad envuelta en el humo de amnesia»,
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