Page 243 - Fricción y realidad en el Caracazo
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earle herrera
en la poesía de Osuna percibimos una especie de extraña-
miento de su ciudad, de reclamo, de crítica y, a la vez, un
amor que le da derecho a confrontarla. Hay en sus versos
una ciudad que lo llama y otra que lo destierra y, al ser la
misma ciudad, el poeta se le acerca y se aleja, la toma y la re-
chaza, la ama y la cuestiona, pero nunca llegará, no puede,
a ignorarla. De allí su voz «dolida y directa»:
Voy a destapar todas las alcantarillas,
Después te retiraré los garfios
Y el viento quejumbroso de tu bancarrota.
Oh tú, casa fugitiva, loba de los suburbios;
Antes te haré asomar por mortecinos laberintos,
Donde mandan los escudos más distantes.
(Mi cruel y bendita ciudad
4 son las heridas de tu frente
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y el mundo de abajo sostiene tu mano) .
La ciudad es para el poeta su «casa fugitiva», esa Ca-
racas que se le niega y, sin embargo, es «mi cruel y ben-
dita ciudad». Osuna recorre con sus versos la urbe de las
altas y altivas torres, la de las grandes autopistas, millares
de automóviles amontonados, ejércitos de personas anó-
nimas que van y vienen, oficinas, ministerios, burocracia,
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donde «nadie se exalta ni por lo bello ni por lo feo» . De
esa ciudad cosmopolita, insensible, alienada y alienante,
vuelve la vista a la Caracas de la periferia, de los subur-
bios, el barrio, la plaza, la calle, la taberna; esa ciudad tan
suya, con y en la que creció, perdida en las brumas de otros
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Ibid., p. 9.
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Idem.
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