Page 174 - Fricción y realidad en el Caracazo
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ficción y realidad en el caracazo
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interrumpidas por «el llanto de un niño» , varios pisos
más abajo. Llanto en medio de la balacera que lo que hace
es dilatar el pánico. Los editores del libro El día que ba-
jaron los cerros, dicen del reportero Párraga y de su tensa
y forzosa aventura:
Y Régulo, víctima desprevenida cuyo regreso a casa es
tan azaroso como el de Ulises a Ítaca, diseña una geo-
grafía del terror en las escaleras de los bloques del 23
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de Enero .
Una hipérbole editorial, sin duda, acaso explicable por
su producción al calor y fuego de aquellos días. Quizás los
avatares del colega Párraga —y él ni lo asoma— no son
compa rables con los de Ulises (Homero es uno y único),
pero el miedo propio siempre será mayor que el ajeno, sea
este real, mitológico o épico. Y ese miedo que en un mo-
mento Párraga llega a escribir con mayúsculas, le atenaza
durante las doce largas horas que los disparos con armas
de guerra entre militares y francotiradores hacen infinitas.
Por eso el periodista escribe en primera persona, antes de
salir a recorrer la ciudad bajo todos los fuegos para re-
dactar sobre el miedo general, el de los otros, que ya él
pudo conocer en carne y alma propias. Ahora le toca volver
al lenguaje que pauta el periodismo objetivo. El manual de
estilo le dirá cómo hacerlo.
5
Ibid., p. 63.
6
Ibid., p. 7.
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