Page 177 - Fricción y realidad en el Caracazo
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earle herrera
acababa de pasar. El cronista «de la desesperación urbana»
—permítasenos la paráfrasis de su columna— pescó esos
efectos en el habla común del transeúnte, del ciudadano de
a pie, en sus gestos, sus saludos. En el cambio de pequeños
detalles y costumbres que nos identificaban como pueblo,
o en el envés de la moneda, como echones nuevos ricos,
dueños de una riqueza petrolera que el menor resfriado en
el mercado mundial esfumaba.
A finales de febrero pasado —nos dice— los venezo-
lanos rescindimos definitivamente el contrato que nos
presentaba ante el mundo y la comedia existencial como
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nuevos ricos .
Duro, sobre todo para una clase media engreída, que
se nos venga a decir que nuestro estatus era solo una «co-
media existencial». Quienes conocen el referente de esta
imagen, saben que la metáfora encaja perfectamente en
el contexto sociohistórico que lingüísticamente repre-
senta. Como el detective que busca, recoge y une pruebas
para armar el rompecabezas de su caso, Sequera recolecta
frases, gestos y saludos que van revelando la imagen y la
realidad del país que emerge de los violentos sucesos del
27 de febrero; frases «que han colmado nuestros labios»:
«Esto todavía está a precio viejo, me lo llevo», es una de
ellas y, por supuesto, el resabio del «‛ta barato, dame dos»
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que nos hizo famosos en todo el orbe .
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Idem.
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Id.
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