Page 172 - Fricción y realidad en el Caracazo
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ficción y realidad en el caracazo
Los efectivos militares encontraron resistencia en el
23 de Enero y el periodista quedó atrapado entre estos
y los francotiradores, algunos de ellos apertrechados en el
mismo edificio en el que él se hallaba. Una frase exclama-
tiva —«¡Qué peo!»— al principio y al final de su crónica,
expresa su comprometida situación. No es precisamente un
hallazgo literario, pero sí la forma más auténtica de exte-
riorizar su miedo e impotencia. Obviamente, este lenguaje
de interjecciones y onomatopeyas que expresan su estado
de ánimo, sentimientos y sensaciones, por eso mismo, por
exteriorizar lo más íntimo del reportero acorralado, no cabe
en el periodismo objetivo.
La crónica es un género que permite, a la vez que narra
los hechos, expresar los sentimientos y puntos de vista del
autor, valorar y juzgar la situación narrada. Un ilustre an-
tecedente lo tenemos en los textos periodísticos que como
enviado especial escribió Ernest Hemingway (1977) sobre
la guerra civil española y la Segunda Guerra Mundial.
Corresponsal de excepción, sus textos no son los tradicio-
nales despachos de guerra sino memorables crónicas que
no soslayan, antes bien destacan, el lado humano de aque-
llos trágicos acontecimientos y su impacto en el mismo
cronista. Guardando la distancia, si de algo careció la co-
bertura periodística del Caracazo fue de este tipo de tra-
tamiento. Prevaleció la noticia que se pretende objetiva, el
relato apegado estrictamente a los hechos, la nota de ne-
gocios y locales saqueados, las informaciones sobre el nú-
mero de muertos y desaparecidos, es decir, lo cuantitativo
sobre lo cualitativo, por no decir lo espiritual, aspecto este
tan afectado en acontecimientos de esta naturaleza.
Una investigación publicada en la revista Comuni-
cación destaca que la mayoría de los diarios (nacionales
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