Page 167 - Fricción y realidad en el Caracazo
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earle herrera
En la parte cinco, los marginales han perdido el temor.
Bajan en masa. La pérdida del miedo a toda autoridad los
lleva a aplaudir sus acciones. Las masas se han convertido
en poblada.
El narrador-saqueador, en la parte seis, ya ha bajado
del cerro y recorre el centro de la ciudad. Consigue dis-
turbios, saqueos y quemas por todos lados. Es cuando se
suma a los saqueos y regresa a su casa, por primera vez
en su vida, con comida y un televisor. Como él, miles de
pobres y marginales.
La escena siete cierra el monólogo. El narrador se dirige
a alguien en concreto, sin duda, al periodista:
Pon que me llamo Jesús y que vivo en La Charneca.
Eso nada más, porque tú sabes cómo actuó el Gobierno,
a punta de plomo con los barrios.
Ya no narra, dialoga con alguien —el periodista—
que en ningún momento se hace presente en el texto. En
su jerga, trata de explicar el alzamiento popular, la ira de
la gente, para cerrar con una justificación a su anonimato,
a su acción y una crítica, a su manera, al Gobierno y a la
corrupción:
no puedo dar la cara porque tú sabes, a uno, el que agarra
poco, se lo arrastran pa’ Los Flores [cárcel de alta pe-
ligrosidad, hoy demolida]. Si me hubiera saqueado mi-
llones, andaría por ahí con mi cara bien lavada y hasta
me llamarían «doctor».
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