Page 165 - Fricción y realidad en el Caracazo
P. 165

earle herrera


              —la turba— se individualiza en alguien. Fuenteovejuna
              se identifica y se hace confeso; no diluye su culpa, la asume
              en primera persona. Pero para nada. Al final, ese «yo » re-
              sulta demasiado plural. Es un «yo» colectivo, todos somos
              saqueadores. Ese «yo saqueador», igualmente, no está di-
              ciendo: «Fuenteovejuna fue». «Yo soy todos ustedes». Me
              singularizo porque nada me va a pasar. Hablo desde la
              turba y en la turba es imposible identificar a un «yo».
              Fuenteovejuna fue.
                  A la narración en primera persona y al registro del
              habla del barrio marginal, Ojeda añade otra técnica que
              también remite al nuevo periodismo: la construcción de
              su reportaje escena por escena, esto es, «contando la his-
              toria saltando de una escena a otra y recurriendo lo menos
                                                   4
              posible a la mera narración histórica» . Técnica que los
              nuevos periodistas estadounidenses tomaron del cine y la
              hicieron palabra, lenguaje escrito, con toda la dificultad
              que ello implica. Por supuesto, la «mera narración histó-
              rica», lineal, ya había sido superada en la literatura y no
              solo por la llamada literatura experimental. Ojeda em-
              plea el procedimiento sin pretensión de estar inventando
              nada. El Caracazo, aquel 27 de febrero, fue un día verti-
              ginoso, fragmentado, en el que ocurrían hechos especta-
              culares en distintos puntos de la ciudad. Así los ofrecía la
              televisión; los periódicos apenas intentaban ordenarlos en
              sus páginas. La narración lineal, luego, resultaba casi im-
              posible. Una persona que intentara contar todo lo que vio
              y vivió ese día —una persona marginal de un barrio al-
              zado— tenía que hacerlo saltando de un episodio a otro,
              sin orden ni concierto, atropelladamente. El periodista


              4
                 Tom Wolfe, ob. cit., p. 50.
                                        165
   160   161   162   163   164   165   166   167   168   169   170